La consigna para la realización de este trabajo no ha sido otra que la de pasar inadvertido, caminando como un viajero más entre las callejas que circundan el viejo pero inamovible Corral del Carbón. Recorriendo entre la marea de turistas que abarrotan el conjunto arquitectónico de la Alhambra, infiltrándome entre ellos, como si entre ellos y yo no existiera artefacto alguno que pudiera captar nada de lo que pasase en ese instante. De esa manera, arquitectura y persona se funden en un abrazo compositivo que culmina con la fotografía definitiva.
La personas forman ya, parte imborrable de la
radiografía de la Alhambra. No se
entiende la Alhambra sin turistas, ni turistas sin la Alhambra, no por ello es
el monumento más visitado de nuestro país. Aunque al final, siempre se
encuentre un lugar, un rincón para la serenidad, para la reflexión y
contemplación de esta maravilla de los sentidos.
En definitiva realizar la visita como un turista más, un turista cuyo fin no era otro que el de ver y dejar testimonio de lo visto.
En definitiva realizar la visita como un turista más, un turista cuyo fin no era otro que el de ver y dejar testimonio de lo visto.
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